Dominicano Luis Montero busca su oportunidad con los Blazers

Por Ian Thomsen (NBA.COM)

El novato no tenía licencia de conducir. Su inglés titubeaba. Todo lo que quería era ir al gimnasio a practicar, pero no tenía forma de llegar hasta allí.

El entrenador de los Portland Trail Blazers, Terry Stotts, había ordenado la “clausura” buscando que sus jugadores se alejaran del centro de entrenamientos tras muchos días de juegos y prácticas. Pero el novato no quería descansar. No podía permitirse descansar.

Así Luis Montero, el base de primer año, que había llegado a los Blazers luego de no ser descartado en el Draft, llamó a uno de sus compañeros y le preguntó si lo podía llevar.

“Le dije: ´hey, quiero ir al gimnasio”, recordó Montero, que apenas jugó 42 minutos viniendo desde el banco en la pasada temporada. “Entonces él dijo: ‘Te voy a buscar por tu casa y te llevo al gimnasio”.

El compañero de equipo y “chofer” resultó ser Damian Lillard, la gran estrella de los Blazers, quien tal vez necesitaba más que ninguno ese día libre. Lillard era el líder de Portland en minutos, puntos y asistencias y había llevado al equipo a los Playoffs en la temporada pasada. Aun así, estaba levantando pesas en el centro de entrenamientos del equipo de Oregón, mientras Montero entrenaba en la cancha. Luego invitó el almuerzo y llevó a Montero a comprar dos trajes para que vista adecuadamente en los días de partido. Lillard teminó pasando todo el día con el novato.

“Dos trajes, colores diferentes”, celebró Montero. “Fue increíble. Yo estaba como ´¡gracias!´”.

“No estaría ni un poco sorprendido por la generosidad de Damian”, señaló el presidente de los Blazers, Neil Olshey. “Me hubiera sorprendido por la inconsciencia de Lu, que podría llamar al jugador franquicia, que venía de jugar cuatro juegos en cinco noches como visitante para que le lleve hacia el centro de entrenamientos. En lugar de llamar un Uber o alguno de mis asistentes que lo hubiera recogido, decidió llamar al jugador franquicia para que lo lleve al gimnasio. No hay muchos jugadores franquicia que lo hubieran hecho, llevarlo, invitarle el almuerzo y llevarlo de compras. Pero el hecho de que Lu sea tan inocente, tan naïve…”, agregó Olshey.

“Bueno, él tiene buena relación con Damian y suelen tomar el desayuno juntos, así que pensó: ´Lo voy a llamar, seguro me va a dar un aventón, ¿por qué no? ´. Es como el jardinero de Google llamando al CEO, ´hey mi carro está roto, ¿me llevas al trabajo hoy?´. Claro, seguro, ¿por qué no lo haría?”, redondeó Olshey.

En este caso, el CEO decidió que el empleado de salario mínimo valía la inversión. Como la respuesta de Lillard en su momento: la razón por la que Montero está en la NBA es porque muchos otros se han sentido de la misma manera.

En 2015, su misterioso nombre apareció en una larga lista de candidatos para el Draft. Steve Rosenberry, un asistente del General Manager de los Blazers, hizo varias llamadas para preguntar sobre Montero antes de asistir a uno de los entrenamientos del Westchester Community College, en los suburbios de Nueva York.

Montero, un base de 2 metros, era flaquito y no estaba en la mejor forma, pero Rosenberry vio algo en él. Bajó de las gradas y empezó a guiar a Montero en una serie de ejercicios. Luego, Rosenberry advirtió al agente de Montero, Billy Ceisler, que el guardia debería mejorar su condición física antes de que empiecen los entrenamientos pre-Draft con los otros equipos NBA. Ese fue el primer guiño para los Blazers, ya que en pocas semanas Montero se puso en buena forma.

“Él viene de uno de los peores barrios de Santo Domingo”, contó Pedro Pablo Pérez, un ex basquetbolista de República Dominicana que vive en Nueva York. “Entre los 8 y 11 años estaba peleando cada día en la calle con otros niños. Luego creció un poco. Después de la escuela, Luis estaba en la cancha hasta la media noche cada día. Siempre estaba jugando al básquetbol”, recordó Pérez.

Montero era una leyenda de su playground en un país donde la mayoría juega al béisbol. Cada equipo de la Major League Baseball opera una academia en República Dominicana, pero no existe la misma infraestructura para el básquetbol.

“Los que juegan al básquetbol lo hacen porque les gusta, no porque quieran ser profesionales”, advirtió Montero. “Creo que la mentalidad que tengo ahora es de profesional, trabajando fuerte, tratando de ser mejor cada día”, añadió.

Su comportamiento evolucionó desde el momento en que Pérez lo descubrió, allá por 2011. Pérez había vuelto a la isla para dirigir a uno de los clubes profesionales. “Vi a ese chico. Era realmente flaco, tenía 18 años y botaba el balón entre la gente”, recordó Pérez. “Enseguida dije: este es un jugador NBA. ¿Qué está haciendo aquí? Me dijeron que iba a entra al Draft (de la Liga Dominicana) y yo les pedí que no lo hagan profesional, que me dejaran llevarlo a Estados Unidos, que iba a ser un NBA”, detalló Pérez.

Entonces Montero empezó a pasar tiempo con el seleccionado. Allí conectó con Al Horford y Francisco “El Flaco” García.

“Horford y otros chicos decían que tendría oportunidades en la NBA”, contó Ron Sánchez, el entrenador asistente de la Universidad de Virginia, que también acompaña al equipo nacional. “Tiene ese tipo de personalidad que agrada a la gente”, destacó Sánchez.

Esa forma de ser se expresa también en la cancha. Su estilo de juego se parece al de los futbolistas talentosos de Brasil. Puede imaginarse pases que la mayoría no puede prever, maneja el balón con mucha facilidad y es bueno en defensa. Cuando Montero se fue del Draft del 2015 sin equipo, los Blazers lo firmaron para jugar la Liga de Verano en Las Vegas. Lo vieron hacer jugadas que muchos jugadores más veteranos ni podrían pensar.

“Era un jugador flaco y espigado con habilidades fenomenales en los contragolpes, con buen toque”, precisó Sánchez. “La mayoría de nosotros buscamos chicos que tengan esa fluidez y ritmo. Que tengan naturalidad en los cambios de velocidad y dirección con la pelota en sus manos. Soy de Nueva York y nosotros admiramos a esos chicos que tienen ese juego en Rucker Park. Él era un jugador natural, al que le faltaban fundamentos”.

La llegada de Montero a la NBA probaría no sólo que su habilidad estaba ahí, pero también su ambición por aprender lo que no sabe. En su camino hacia la liga amontonó golpes que le hicieron crecer. Una temporada en la preparatoria en la academia Wilbraham & Monson en Massachusetts acomodó su llegada al Westchester CC. Al año siguiente el programa de básquetbol fue suspendido en Westchester, por lo que Montero se quedó sin lugar para continuar sus estudios. Doce meses más tarde, a pesar de la falta de entrenamiento y competencia forma, se encontró en la NBA.

“Muchas veces tenemos esas grandes historias sobre lo que una adicción positiva puede hacer por un chico”, dijo Sánchez. “Incluso cuando no tenía nada más, él tenía un balón y una canasta. El amor natural por el juego puede desarrollar esa relación. Luego alguien te ve y eso cambia tu vida. Mucha gente lo ayudó en pequeñas cosas”, sumó Sánchez.

“No sé si lo llamaría un milagro. Esto es más sobre la belleza de lo que hacemos. Creo que es una historia espectacular. Sucede mucho a los dominicanos en béisbol, pero en el básquetbol es más difícil. Porque en el béisbol tienen las Ligas Menores donde pueden escalar y estar durante un tiempo. En el básquetbol lo consigues o no”, completó Sánchez.

La vida en la NBA es crecimiento

“Es muy raro cambiar la vida de alguien en la NBA”, comentó Olshey. “Somos tan mercenarios todo el tiempo. Él entró en la situación perfecta cuando estábamos reconstruyendo el equipo. Encajó perfectamente en lo que pensamos como un talento joven. Pensamos que él tiene condiciones que valen la pena trabajar. También es un chico que viene de un entorno muy difícil, nunca había tenido tres comidas en un día”.

Cuando el dinero de la NBA empezó a llegar el año pasado, Montero pudo cambiarle la vida a su madre, su padre y a su hermano de 9 años en Santo Domingo.

“Calculo que el día más feliz de su vida fue cuando pudo mudar a su madre a un departamento de tres dormitorios amoblados en un lindo barrio”, dijo Pérez.

“Era muy importante para mí y mi familia. Creo que ahora todo está en orden, es mucho, mucho mejor”, dijo Montero.

Agregó estructura a su vida, fuerza a su cuerpo y recursos iban más allá de lo que su básquetbol podía imaginar hace un par de años. “Cuando llegó a Estados Unidos medía 2 metros y pesaba 76 kilos. Ahora mide 2,03 y pesa 93 kilos”, comparó Pérez.

Luis Montero en la Liga de Verano.
Luis Montero en la Liga de Verano. Getty Images

“Llegó crudo en septiembre pasado, así que era un desafío grande”, admitió el coach Stotts. “Puedes ver cómo mejoró en cada mes, sea por la confianza, el entendimiento del juego, su habilidad con la pelota, su tiro, cómo organiza el juego a este nivel. Fue una esponja”, elogó Stotts.

Aun así, hay dos Monteros: el que es indomable cuando tiene el balón y el que no es de confiar cuando tira desde el perímetro, uno de los aspectos negativos que tal vez no sea rescatables en Portland. Luego de un verano muy agresivo, los ambiciosos jóvenes de los Blazers se encaminan a la nueva temporada como uno de los equipos más caros de la liga.

“Creo que él jugará por un largo tiempo. No sé si será en esta liga o en un país diferente”, comentó Sánchez. “Ahora tiene una carrera. Una vez que has estado en la NBA puedes ir a cualquier lado y ganarte tu cheque. Lo que toda esa gente ha hecho por él es darle una caña de pescar en lugar de darle el pescado. Ahora puede ganarse la vida por sí mismo”.

Si los Blazers se dan cuenta durante el campamento de entrenamiento que no pueden permitirse desarrollar a Montero por más tiempo, tal vez haya otros equipos en la NBA interesados. Seguramente habrá ofertas de ligas en Europa.

“Pienso que mi futuro es seguir jugando al básquetbol. Tengo que seguir mejorando cada día e intentar ser profesional”, opinó Montero.

“Si no juega otra vez en la NBA y se va a Europa o a cualquier otro lado, al menos ya tiene algo de estabilidad y prestigio ahora”, explicó Olshey. “Él ha sido capaz de ocuparse de su familia. Eso ya es positivo”, añadió el directivo.

Esta es una de esas inversiones en los que puede haber beneficiados inesperados. La historia de Luis Montero, sea como sea, está sólo comenzando.

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