El récord insuperable de Albert Pujols

El miembro del Salón de la Fama Reggie Jackson se ponchó más que ningún otro toletero en la historia de Grandes Ligas. El gran Rickey Henderson fue capturado en intento de robo más que cualquier otro corredor. Pete Rose, el líder de todos los tiempos en hits, es de lejos quien ha hecho más outs en la historia, y en ese listado es seguido por Hank Aaron, Carl Yastrzemski, Cal Ripken y Eddie Murray, todos miembros del Salón de la Fama. El punto es, como bien dicen, que el béisbol es un juego de fracasos. Los grandes peloteros son aquellos que inevitablemente fallan más.

«La gente me dice todo el tiempo, ‘Dios, tú has debido ser muy bueno, pegaste 3,000 hits (3,154, para ser exacto)», dijo George Brett. «No. Yo fui out 7,000 veces (7,673, para ser exacto). Eso es lo que siempre contesto. Fui out 7,000 veces. Pero fui lo suficientemente bueno como para que me hiciesen out 7,000 veces. Y ésa es la clave».
Ese es todo el secreto y es por eso que, por raro que suene, deberíamos valorar como es debido el récord de más batazos para doble-play en la historia, que está en poder del dominicano Albert Pujols.

Pujols, presumiendo que se mantenga sano, pondrá ese registro de doble-matanzas en un sitio al que no le va a llegar nadie. Ya tiene el récord, con 362 para ser exacto, superando a Cal Ripken el año pasado. Si Pujols mantiene el paso, probablemente termine con 100 o más doble-plays o más que su perseguidor más cercano.

Hubo una época, no hace mucho, cuando Pujols parecía camino a romper todos los récords, quedándose con todo para él. En sus primeras 10 temporadas, su peor promedio de bateo fue .312. El peor, insisto. La menor cantidad de jonrones que ligó fueron 32. Empujó 100 carreras cada año, y anotó 100 en cada temporada con la excepción de la del 2007, cuando pisó la goma «sólo» 99 veces.

Consideren dónde estaba parado Pujols cuando cumplió 31 años, con respecto a estas otras luminarias a la misma edad:

• Tenía 60 dobles más que los que tenía para ese mismo momento el dueño del récord de por vida, Tris Speaker.
• Tenía 120 jonrones más que quien se convertiría en el rey del bambinazo, Barry Bonds.
• Había anotado una carrera más que el eventual dueño del registro de anotadas, Rickey Henderson.
• Tenía 24 carreras empujadas más que Hank Aaron, el líder de todos los tiempos.

Simplemente y llanamente, nunca había existido un jugador como Albert Pujols. El único que se le acercaba en cuanto a consistencia era Aaron.

Es muy fácil olvidar lo sensacional que fue Pujols si uno se fija solamente en sus últimas temporadas. Pareciese imposible, pero Pujols tiene seis años con los Angelinos y su línea ofensiva de .262/.319/.459 ha bajado sus números vitalicios considerablemente. Cuando el quisqueyano dejó San Luis, el promedio de Pujols de por vida era de .328. Ahora es de .305. Su slugging ha bajado 50 puntos. Este grandísimo bateador, que encabezó su liga cinco veces en carreras anotadas, no ha pisado el plato 90 veces en ninguna de sus temporadas con los Angelinos.

Ahora, los fanáticos jóvenes que empiezan a enamorarse del juego sólo ven esta versión de Pujols, la del hombre orgulloso que sigue sobreponiéndose a las lesiones, luchando, y que de vez en cuando convierte los errores de los pitchers en jonrones. La esperanza que queda es que Pujols, como Thomas, tenga al menos otra gran temporada en el tanque ahora que casi toca los 40 años y les pueda demostrar a los más pequeños lo que fue cuando era el mejor pelotero de las Grandes Ligas, uno de los mejores que jamás hayamos visto.

El récord de doble-matanzas es un producto de los mejores días de Pujols. Hay que ser muy bueno para batear tantos. Miren, por ejemplo, las estrellas que integran el ranking de más doble-plays en la historia:

1. Pujols, 362
2. Ripken, 350
3. Iván Rodríguez, 337
4. Aaron, 328
5. Yastrzemski, 323

Todos entraron al Salón de la Fama en su primera oportunidad. Y para los negativos, no se trata de algo que no tenga cosas en común. Todos ellos le pegaron duro a la bola por muchos años. Así es que se batea para doble-play. Y si bateas en el medio del lineup, como todos ellos, es normal que llegues muchas veces al plato con hombre en primera. Sin embargo, los que se ponchan mucho no están en esta lista; Jim Thome, recién electo al Salón de la Fama, bateó apenas 165 veces para doble-play, menos de la mitad que Pujols. Pero Thome se ponchó casi el doble que Pujols.

Bueno, Pujols tiene 100 boletos más que ponches. ¿Quieren una estadística loca? Digo loca de verdad, absurda, increíble. Quizás sepan que entre los jugadores activos con más de 1,000 visitas al plato, Pujols es el único con más boletos que ponches. Es una estadística más o menos conocida.

¿Pero qué tal si llevamos la muestra a los con 500 visitas al plato? De nuevo, sólo Pujols.

¿Y 250 visitas al plato? Sólo Pujols.

Hay que llevar el mínimo a 100 visitas al plato para encontrar a otro pelotero activo con más pasaportes que ponches. Se trata de Zack Granite de los Mellizos, quien se paró en la caja de bateo 107 veces la temporada pasada. Negoció 12 boletos y se fue ponchado en nueve ocasiones.

Todo esto demuestra es que Pujols es un jugador único, de otra época. Nunca se ha ponchado 100 veces en una temporada. Sus siete campañas con 40 jonrones o más y 100 ponches o menos es de lejos la mayor cantidad para cualquier jugador en los últimos 50 años, una más que Willie Mays y una menos que Aaron. La consecuencia natural para un gran bateador que ponga tanto la bola en juego es que de vez en cuando batee para doble-play. Pujols ha encabezado su liga en ese departamento cuatro veces, incluyendo el año pasado. Eso no le resta a su grandeza. Ayuda a definirla.

Con los ponches aumentando año a año, parece poco probable que alguien alcance el récord de Pujols. El venezolano Miguel Cabrera, otro extraordinario bateador, es segundo entre los activos con 294, 68 por detrás de Pujols, por lo que tendría posibilidades de darle caza si Pujols se retira rápido y Cabrera puede mantenerse sano.

Pero presumiendo que Pujols eleve ese total a más de 400, y quizás entre 425 y 450, es probable que la marca se quede ahí por décadas, un extraño tributo a un grandísimo bateador que año tras año le pegaba con fuerza a la bola. Y algunas veces, directo hacia algún jugador del cuadro.

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