Es maravilloso marcarse objetivos personales elevados. Inyectan testosterona al macho Alfa, imprimen altas dosis de ambición y obligan a superarse a uno mismo lo máximo posible. Aunque la mira sea imposible, el simple hecho de apuntar hacia ella es de por sí una declaración de intenciones.
A LeBron James le ocurre algo muy similar a este supuesto. Su objetivo personal siempre ha sido el de superar a Michael Jordan, tal y como confesó el lunes durante el Día de la Prensa de Cleveland Cavaliers. Más que imposible, es improbable, sin embargo, esa obsesión, o como poco interés exacerbado, ha sido el parapente con el que sigue surcando los cielos de la NBA. Eso sí, del cielo a la gloria hay un buen trecho.
“Es mi objetivo personal, pero nunca lo comenté. Es mi objetivo ser más grande más que enorme. Creo que ese debería ser el objetivo personal de todo el mundo. Si trabajas en cualquier compañía, tu aspiración será, ‘Quiero ser como ese tipo porque lo ha hecho bien. Es el mejor y a eso aspiro’. Así que ése siempre fue mi objetivo”, afirmó.
Efectivamente, como meta es estupenda, pero hay un hueco diferente guardado en la historia para cada uno. La versatilidad de James es innegable y en cierto modo le hace ser un jugador único, como incuestionable son su excelencia y su carácter. Pero Jordan siempre estuvo a otro nivel. Y no únicamente por la cantidad de campeonatos logrados (seis del exjugador de Chicago Bulls por tres del de los Cavaliers) sino por los errores inolvidables del uno y los que nunca cometió el otro.
Dejando de lado los datos de CBS Sports en los que James fue el único jugador además de Jordanque logró un PER (Ratio de Eficiencia del Jugador) por encima de 30 en 2013; o que tanto en aquella temporada como en la siguiente (todavía en Miami Heat), el natural de Ohio alcanzó una efectividad del 64 y 64.9 por ciento, más de lo que logró Jordan en cualquiera de sus 15 temporadas en activo, lo cierto es que las actuaciones en momentos clave, esas que valen campeonatos, han sido bien distintas.

Sus primeras Finales, aquellas entre Cavaliers y San Antonio Spurs que perdieron en cuatro encuentros, las jugó con 22 años de edad y ni él ni su equipo estaban preparados para tal envite. No hay excusas cuando el punto de mira es Jordan. Un 35.6 por ciento de efectividad en unas Finales es una marca demasiado baja como para pasar a la historia como el más grande de todos los tiempos. El revés ante los Spurs en 2014, cuando jugaba con el Heat también fue una demostración de que el conjunto texano, el grupo, fue muy superior a las estrellas. Algo parecido sucedió en 2015 ante los Warriors.
Es más por los tropiezos que por los éxitos por lo que James nunca llegará a la altura de Jordan, aunque quizás gracias a ese objetivo personal de emularle, ‘El Rey’ se ha convertido en un referente del baloncesto. Algo es algo.