Raúl Valdés: cuando toda la gloria del mundo cabe en un uniforme de béisbol

Tiene 44 años y a su edad, la inmensa mayoría, para no decir todos, ya han colgado los spikes, dejando en el terreno media vida dedicada al béisbol y viviendo de la nostalgia acerca de lo que un día fue.

Raúl Valdés tiene 44 años y pudiera parar, acabar ya, pero no, siente que puede seguir otros 10 años más y al mirarlo da la impresión de que no diez, sino quince y hasta toda una vida pudiera estar allí en la lomita, como en sus años en Cuba, cuando vestía la franela de los Vaqueros de La Habana en la Serie Nacional de Béisbol.

Hablamos de Raúl Valdés y nos referimos no solo a una de la leyendas de la pelota invernal dominicana en los últimos diez años, sino a un verdadero Caballo de Hierro, como el propio Lou Gehrig o Carl Ripken Jr; a veces de la sensación de que todo va a terminar, que no aguantará el desgaste, el paso de los años y el consecuente castigo del tiempo pero no, Raúl Valdés, como un soldado espartano, sigue en pie y camina cinco, seis, siete entradas a buen nivel, ganando juegos con esa inteligencia propia de los grandes lanzadores y eso lo vuelve inmortal.

La historia continúa

Y en solo días, Valdés, con trece años de experiencia en el máximo de la pelota dominicana, la LIDOM, arrancará una nueva zafra con los Toros del Este, avalado por la estadística y esas ganas inmensas que le pone a cada salida.

En tierras quisqueyanas, su segunda patria, no como en la obra de Julio Verne; en Quisqueya, Raúl Valdés compila para récord de 18-10, con una soberbia efectividad de 2,12, erigiéndose como uno de los mejores zurdos en la historia de esta competición.

La hoja de servicios

En Grandes Ligas, en la KBO, en la pelota mexicana, en Series del Caribe y hasta en unos Juegos Olímpicos ha dejado su huella el cubano y todos lo reverencian como un hombre que ha dado todo por el béisbol, quizás cortado a la antigua, como pocos, de esos que ponen el decoro y la ética por encima.

En esta campaña que comienza en unas horas, el ídolo de la afición en La Romana de seguro, como es habitual en él, nos seguirá regalando verdaderas disertaciones sobre el arte de lanzar y nosotros, estaremos expectantes para aplaudir y mostrar el orgullo por un hombre que ha demostrado que toda la gloria del mundo cabe en un uniforme de béisbol.